martes, 24 de mayo de 2016

Los vecinos de Burriana han notado el cambio de gobierno en el bolsillo

Ha pasado un año desde que se celebraran las elecciones municipales y autonómicas, y el cambio autodenominado 'necesario' lo han notado los vecinos en el bolsillo. Este año los vecinos pagan un 4% más de la tasa de basuras, se han negado a rebajar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y se ha creado una nueva tasa por renovación de nichos para recaudar 70.000 euros.
Dudamos que este fuera el cambio necesario, sobre todo habiendo dejado una hacienda saneada con la que hoy financian sus proyectos. Una batería de acciones que, ha arrinconado a las personas, aquellas a las que su lema de campaña pretendían rescatar, y a las que, sin embargo, han engañado. Hoy su lema, “Salvem a les persones” se ha traducido en otro objetivo “Enganyem a les persones”.
Un engaño que, en mi opinión, se ha reflejado en incumplimientos tan flagrantes como la anunciada renuncia de asesores o la rebaja de sueldos que siguen manteniendo. O su garantía del sistema público, que en un año ha quedado diluida en agua de borrajas. Hoy abrazan al sector privado hasta el punto de regalar servicios generando malestar por competencia desleal.
Estas decisiones demuestran que el mensaje que hace exactamente un año nos vendieron los partidos de izquierda, PSPV, Compromís y Podemos, estaba carente de contenido. En el caso de Burriana, el pretendido rescate social no se ha traducido en un incremento de los fondos para emergencia social, no se han abierto los comedores escolares para resolver la desnutrición con la que alarmaban, y tampoco se han reducido los impuestos a las familias con un criterios proporcionales y justos, como exigían.
Por otro lado, en materia de empleo, según el último registro del Servef, son 3.244 vecinos los que sufren el drama del paro, y el pasado año a Compromís abandonó a 18 vecinos que podrían haber trabajado gracias a la subvención del Gobierno Provincial que el partido de Granel rechazó. Un año después ha quedado clara cuál es su política de contratación, la que designa a dedo, la que decide aprovechar los fondos dirigidos a financiar libros para sanear la hacienda local, la que no les impide reclamar 31,54 euros para costearse la gasolina por desplazamientos a la playa de Burriana.